lunes, 29 de agosto de 2016

DIFERENCIAS DE OPINION



Cuando empecé a escribir esta historia, tenía la intención de contestar todas las preguntas que nos hacían. De contar las cosas buenas que nos resultaron y cómo las hicimos. En suma, de contar lo que a mi me hubiera gustado saber para no tener que aprenderlo sola y ahorrar tiempo y energía. Pero sobre todo para contar otra historia posible. Muy distinta a los pronósticos que dan los médicos, basándose en libros, en cosas que aprendieron en la facultad y hasta en la propia experiencia. El problema es que aseguran que la teoría general se aplica a todos los casos sin lugar a dudas y a una persona vulnerable o confiada, le pueden matar en un segundo cualquier esperanza o ilusión. Por suerte no fue mi caso, nuestro caso. ¿Cómo una madre va a aceptar que la vida de su hijo está acabada antes de empezar? Es imposible. Juan Pedro es un vivo ejemplo de que a veces los pronósticos se equivocan. La semana pasada uno de los médicos de Juan nos dijo que él nunca pensó que fuera a pasar del primer año. Cosas como estas he escuchado muchísimas en estos quince años. 

Hoy creo que escribo para alentar el sentido común y el espíritu crítico. La intuición y la propia búsqueda. Fomentar una desconfianza benéfica en los profesionales que se ocupan. Al fin y al cabo, un paciente es un paciente y nadie conoce mejor a una criatura que sus propios padres. Qué les hace bien, en que son más vulnerables. Sobre todo las madres. Con notar la luminosidad de la piel o la falta de ella, la voz, la postura, como suena la tos (si la tiene) nos puede sonar más una cosa que otra. Por supuesto que no sustituye a todos los especialistas, ni hablar. Pero orienta. Hace que la comunicación sea más fluida y el chico tenga un tratamiento más ajustado a sus reales necesidades.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario